viernes, 22 de julio de 2011

La vuelta. Con adolescentes

Contamos la calderilla inglesa, Use se tomo un zumo y yo una cerveza. Con la libra y cuarenta y cinco peniques que nos quedaban no podíamos comprar una bolsa de patatas. Compramos unas galletas por una libra y la bolsa de patatas la pagué en euros.


El aeropuerto de Edimburgo esta muy bien comunicado con ciudad, hay trenes y autobuses cada media hora. El autobús sale de la puerta de la estación de Weberly y tarda unos veinte minutos en llegar al aeropuerto. Acompañamos a Prado a la estación y salimos de la estación a las tres de la tarde. Llegamos a aeropuerto sin problemas, un poco pronto. En el mostrador de Easy Jet nos dijeron que nuestro vuelo no abría el embarque hasta las 4:45. Fuimos al bar, con todo el equipaje, comimos un bocadillo caliente de jamón y queso y dejamos pasar el tiempo. Un poco antes de las 4:45 estábamos otra vez a la altura de los mostradores de Easy Jet. Use, en ese momento, decide que es pronto y que se va al servicio. Según se va aparece un grupo de adolescentes, unos treinta, que se ponen a la cola, en nuestra cola. Yo me pongo en la cola, detrás de ellos. Cuando regresa Use, ya han abierto el vuelo y los primeros pasajeros han conseguido facturar y los adolescentes inician la facturación.

Easy Jet es una compañía de bajo costo, te cobran aparte todo lo que no seas tu y tu equipaje de mano. Una maleta 19€, 19 kilos de peso. Nuestros chicos ponen su maleta en la cinta y al menos uno de cada dos la retira por exceso de peso. Forman una cola paralela a la nuestra, con las maletas abiertas, intentando reubicar su equipaje. Son jóvenes, listos, saben el suficiente ingles como para entender a las azafatas que les piden que se quiten de donde están, pero tienen sordera selectiva, no le hacen caso a nadie. Reparten el exceso de peso de sus maletas entre su equipaje de mano y lo que se ponen encima, o que ponen encima de otro. Conseguimos llegar al mostrador y facturar nuestra maleta, que pesaba casi 22 kilos. Nadie nos dijo nada, ni intentaron cobrarnos el exceso de peso.

Era Sábado, el día había amanecido en Edimburgo lluvioso, caían gotas como chupitos, paraba de llover y volvía a empezar. De hecho a mi me despertó el ruido de la lluvia. Nos pusimos, los tres, las botas de montaña, desayunamos, cogimos un taxi y dejamos las maletas en la consigna de la estación de Weberly. Cerca de la estación, casi al lado de donde alquilamos el coche sale un autobús a Rosslyn. En Rosslyn hay una capilla gótica o tardo gótica que sale en la novela del Código da Vinci. Es famosa, va mucha gente y como en casi todos estos sitios se pasan un montón. La capilla quiso ser una colegiata, pero se quedo en capilla. Es bonita pero se la está comiendo la lluvia ácida, por fuera y por dentro. La piedra es porosa, la humedad la traspasa y para que sobreviva unos años mas necesitan un montón de millones de libras.

Regresamos a Edimburgo y subimos andando al castillo. Yo no hubiera entrado, había una cola de las que a mi me hacen darme la vuelta. Nos pusimos en la cola y al cuarto de hora empezó a diluviar, cuando ya no podíamos ir ni hacia adelante ni hacia atrás. Nosotros, los turistas, íbamos equipados, pero algunos escoceses estaban en camiseta. En los cinco minutos que duró estaban empapados.  Entramos, vimos y fuimos vencidos por la multitud. Con tanta gente no se puede visitar y disfrutar nada. En la torre del tesoro te puede dar un ataque de claustrofobia.


Yo me había llevado las botas viejas, pensando que se va mejor con un calzado muy usado y que aunque lloviese no iba a ser para tanto, pero no, en la segunda etapa de la muralla nos llovió a cantaros, y como no, mis pies se empaparon. Después del remojón decidí dejar las botas viejas en Escocia, estuve a punto de dejarlas en el lago Ness, pero las llevé de vuelta a Edimburgo.
Llegamos al aeropuerto con las botas puestas. Yo llevaba en la mochila mis zapatos y las sandalias de Use. Antes de embarcar me cambié de zapatos y tiré las botas viejas en una papelera. Como pudimos facturar nuestro exceso de equipaje sin problemas Use se cambió de zapatos y metimos sus botas en mi mochila.


viernes, 8 de julio de 2011

Muro de adriano I

Muro de Adriano I


Como este año Prado termina su comisión de servicio en Londres nos convenció para hacer la ruta de la muralla de Adriano. Para los que no lo sepan la muralla de Adriano es una muralla que construyeron los romanos para defender la parte romanizada de Inglaterra de los Pictos, tribus que ocupaban mas o menos lo que es la actual Escocia. Ya que estábamos cerca de Escocia decidimos completar la semana de vacaciones por Escocia.

La muralla está protegida desde hace casi un par de siglos, pero, como es lógico suponer, esta muy destruida. El camino, y la muralla, trascurren muy cerca de las carreteras (en muchos sitios parece que la muralla esta debajo de la carretera), pero como durante el siglo XIX un lord ingles se dedico a comprar los terrenos cercanos a la muralla hay muy pocas casas cerca de la muralla. Como hay pocas casas, hay poca infraestructura de alojamientos. Hay que dormir en pueblos un poco separados del camino, lo que retrasa un poco.



Después de las gestiones oportunas en internet, billetes de avión, trenes, hoteles, etc, iniciamos el viaje, como no, en Barajas. Salimos de casa a las 12:30, llegamos al aeropuerto a la una y cuarto. Había una única cola para todos los vuelos de Aireuropa, que además coincidía con la cola de Cubana. El vuelo de Cubana salía a las 18 y ya había mucha gente en la cola. La cola parecía un autentico caos, pero avanzaba a una velocidad razonable. A la media hora abrieron un mostrador solo para nuestro vuelo, colocamos la maleta y nos fuimos a la sala de embarque. Como no, el vuelo salió con retraso. En Gatwick había una cola enorme para pasar el control de pasaporte, o DNI. La cola avanzaba lentamente, hay muchas cabinas de control manual de pasaportes (o de DNI) y unas pocas automáticas, para pasaportes con chip. Casualmente, pese a que en teoría no los necesitábamos, nos llevamos los pasaportes. Fuimos al control automático de pasaportes y aunque no funcionó ni con mi pasaporte ni con el de Use y tuvimos que pasar el control manual, nos saltamos la tremenda cola de entrada. Hasta Londres fuimos en tren, sin problemas, a la estación Victoria. Prado vino a recogernos y nos fuimos a su casa.

En esta época del año en Londres amanece aproximadamente a las 5 de la mañana. Al día siguiente fuimos en tren a Newcastle (upon Tyne). Temprano, pero no demasiado, aunque yo estaba despierto desde las primeras luces. Llegamos a Newcastle sin problemas. Fuimos caminando al hotel, aunque estaba algo lejos de la estación. Dejamos las maletas, comimos, fuimos hasta el metro, sacamos un billete para todo el día, preguntamos como ir hasta un museo y los cimientos de un fuerte romano que son el inicio de la muralla de Adriano.
Nos indicaron bien, pero nos equivocamos al hacer el trasbordo. En el trasbordo se cambia de tren, pero no de andén. Total en vez de siete u ocho estaciones fueron mas de treinta. Cuando llegamos el museo estaba a punto de cerrar, faltaba un cuarto de hora y, según la taquillera, se necesita mas de una hora para verlo. La primera etapa comienza ahí mismo y se hace casi toda ella por el interior de la ciudad de Newcastle. Desde el fuerte fuimos hasta el centro andando, primero por calles residenciales, lo de ir por la orilla del río suponía ir por un poligono industrial totalmente vacío, era sábado y a mi particularmente me atraía muy poco.

Ya casi en el centro de la ciudad continuamos por un magnifico paseo que hay a la orilla del río. En la otra orilla del río hay un par de instalaciones de esas que les gustan a los políticos locales, grandes, bonitas (o no, según gustos) y vacías de contenido. Nos quejamos del uso de la pasta pública que se hace en este país