viernes, 10 de mayo de 2019

Paqui y la Luna.

50 años. Todas las televisiones nos empacharán con la celebración de la primera visita del hombre a la luna. Probablemente todas mencionarán a Neil Amstrong y, probablemente, todas olvidarán el nombre de los otros dos expedicionarios, Edwin Aldrin y Michael Collins.  
Ese verano, en España era verano, mi padre nos montó en su simca 1000, con asientos de skay y fuimos a parar a Estepona. No se cuantas horas de viaje, no se cuanto tardamos, el simca 100 no pasaba de 120 y las carreteras de entonces no eran las que hay ahora. 

El año anterior no recuerdo a donde fuimos de vacaciones. El año anterior yo todavía era un niño, con las preocupaciones propias de los niños. Ese invierno, antes de cumplir trece años,  se oscurecieron unos pelillos rubios que tenía en el bigote. Estos pelillos eran públicos, todo el mundo podía verlos. Otros pelillos, en otras zonas, también empezaros a crecer. En primavera, aprovechando una comunión, ya tenía trece años, me afeité por primera vez. Mi padre me regaló una de sus cuchillas, una Filomatic y me afeité. Ese invierno me empecé a fijar en esos bultos que les crecen a las chicas debajo de la blusa.

El primer afeitado también es público, todo el mundo lo ve, no hay que ni mentir ni exagerar como hacen algunos con otras primeras veces.

Aquel verano todo el mundo estaba pendiente de la luna, íbamos a llegar a la luna. 

Nosotros, teníamos un proyecto mas modesto, llegar a Estepona, cosa que, tras un viaje casi tan largo como el del Aplo XI, hicimos.

Mi hermana mayor, que siempre ha tenido mucha mas facilidad que yo para conocer gente, conoció a una chica de Vallecas que tenía un hermano de mi edad y, que al contrarío de mi falta de habilidad con las mujeres,  una gran facilidad con las chicas.

Conocimos un grupo de chicas, mi nuevo amigo se encargó de ello, entre ellas Paqui. 

Paqui era de mi edad, los dos estábamos estrenando hormonas. No era muy guapa pero tenía un par de xxxxxx notables debajo de la blusa. Yo me sentí atraído por ella y ella por mi. Ella me dejaba palparle las carnes, dejaba que me acercase a sus xxxxxx y, cuando ya estaba cerca del objetivo, me lo impedía. No nos besábamos, nos rozábamos, con diez años mas hubiéramos roto la cama. Fue una relación breve, necesariamente breve, nuestra relación tenía fecha de caducidad, el fin del alquiler del apartamento alquilado por mis padres.

Aquel verano parece que solo hubo un acontecimiento, unos dicen llegó el hombre a la luna, otros que llegaron los americanos, otros que hubo un gran montaje y que no llegaron a salir de la tierra. Pero, lo juro, para mi, no fue el único acontecimiento de ese verano.