miércoles, 9 de junio de 2010

Vuelta a Madrid.

Nos levantamos no demasiado temprano. Llovía como llueve el Galicia, placidamente, parece que casi no llueve, pero no se te ocurra salir sin paraguas. Hicimos las últimas compras en Santiago, volvimos al hotel a recoger los macutos, pagamos y nos fuimos a la estación, camino de A Coruña, a ver a Paula y a su niña.


Llegamos a la estación de Santiago ocho minutos antes de que saliera en tren para Coruña. Pensábamos sacar la vuelta a Madrid en Santiago, pero en ocho minutos no daba tiempo. El tren tardo treinta y pocos minutos. En la estación de Coruña sacamos la vuelta a Madrid. No había litera para los dos, solo para uno, con lo que sacamos segunda, toda la noche sentados.

La casa de Paula está relativamente cerca de la estación. Con las explicaciones que nos dio tardamos, sin problemas, entre 20 minutos y media hora. Qué alegres son los niños (y bonitos). Como se lo pasan con cualquier cosita. Inés, la niña de Paula, hizo buenas migas con Use. Les hice algunas fotos, unas salieron movidas (tendría que ponerme las gafas, pero no lo hago), otras con los ojos rojos y dos o tres bien.

Después de comer fuimos a dar una vuelta por el centro de la ciudad. Fuimos andando, la casa está a menos de media hora del centro. Queríamos llegar a la playa de riazor, pero en vez de ir a la izquierda fuimos a la derecha, o viceversa y no la encontramos. Por lo que vi a la vuelta, estábamos a menos de 50 metros de la playa. Vagamos bajo la lluvia por el centro de Coruña, vimos la plaza de María Pita y alguna calle empedrada. No se como, llegamos a un cementerio (¿cementerio ingles?). Un poco mas allá nos encontramos con la Torre de Hercules. Como estábamos realmente lejos de casa de Paula intente parar un taxi que iba en sentido contrario, pero no me vio. Unas señoras que estaban esperando el tranvía nos indicaron donde hay una parada de taxis.

Antes de volver a casa de Paula compramos dos quesos de tetilla. No compramos mas cosas por que no teníamos donde llevarlo.

Volvimos a la casa, recogimos las mochilas, nos despedimos y nos fuimos a la estación. Nuestro vagón estaba casi vacío. Pensé que si no se llenaba podríamos ponernos cómodos y/o conseguir una litera sobre la marcha. Se lo comenté al revisor y me dijo "litera no, cama. Cuando se unan en Orense los vagones que vienen de Vigo, puede ser". El tren salió a su hora, paró en Santiago y se lleno. Pasado Orense el revisor me dijo que había una cabina libre por cien euros (mas). A Use le pareció caro y seguimos sentados. Nos despertamos varias veces, la última cuando el tren se estaba parando en Chamartin. Los dos teníamos los pies hinchados. Con el aspecto propio de haber pasado la noche en un tren nos encontramos con una compañera de Use.

 

No hay comentarios: