lunes, 23 de julio de 2012

Kinga con cuello isabelino.

Cuando eres libre y sales y entras a tu voluntad pasa que a veces te pueden partir los morros. En este caso Kinga llevaba dos o tres semanas con unas heridas en la base de la cola. Se pasaba el día lamiéndose y, por tanto, no cicatrizaba de ninguna manera. Este sábado le llevamos al veterinario (su gran "amigo"). Parece ser que las heridas eran un mordisco de gato, por aquello de irse de gatas. Le puso antibiótico, le peló parte del rabo y le colocó un cuello isabelino para que no pudiese lamerse las heridas. Tiene para una semana.

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